Ariel Rot ofrece en Molina su 'show' más austero
«Voy con piano, con guitarra eléctrica y con guitarra acústica, son tres bloques bastante diferenciados entre sí. Quería huir de la obviedad de agarrar una guitarra acústica y tocar mis canciones sin más. Busqué darle un sentido muy musical, no solamente basarlo en las canciones sino que también haya un despliegue musical, que incluya todo lo que va pasando detrás y entre las canciones. En ningún momento lo vivo como si estuviese ofreciendo un subgénero o un espectáculo menor. Creo sinceramente que es un show con mayúsculas». Palabras de Ariel Rot acerca de 'Solo Rot', el encantador espectáculo -doy fe- que esta noche ofrecerá en el teatro Villa de Molina el que sin duda es una de las piedras angulares del rock en español de los últimos 30 años. El exguitarrista de Tequila y de Los Rodríguez, con una amplia y fructífera trayectoria en solitario, agarrará sus guitarras -acústica, Gretsch y Gibson SG especial- y las irá permutando con el piano, con el que muestra una sorprendente destreza, para ir desgranando piezas no solo de su último trabajo sino también de toda su carrera, derrochando un feliz sentido del humor, desde luego en la comunicación, pero también impregnado en unas composiciones en las que a menudo tiende a pasar desapercibido pero que diseccionadas y en la distancia corta se revela con tanta nitidez como su probada solvencia técnica. «He tenido que volver a forzar la máquina, hacía mucho tiempo que no me exigía tanto en cuanto a la interpretación. Sí a la hora de componer, pero digamos que a nivel de instrumentista, de cantante, hacía tiempo que no pegaba un empujón fuerte. Esto me obligó y estoy disfrutando muchísimo yo y el público también», señala el madrileño de Buenos Aires. Si un concierto de Ariel Rot siempre es disfrutable, dada la gran cantidad de buenas canciones (enójense si no toca 'Geishas en Madrid'), este show hay que apreciarlo desde su carácter de excepcionalidad. Porque a Ariel volveremos a verlo con banda. En aforos medianos, grandes, en salas y al aire libre, pero lo de esta gira tiene algo de privilegio puntual. Ahí está, uno de los artesanos del rock -como gusta definirse- más grandes del país tocando sus favoritas para el público, a unos metros de distancia, al desnudo, bromeando con la audiencia, explicando el porqué de sus acordes. Si se es capaz de apreciar esto, el concierto adquiere su verdadera dimensión. Y ya sabemos que Ariel Rot firmó un pacto, con el diablo o con el ángel, pero la negociación le salió buena.
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