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Inicio » 2011 » Septiembre » 11 » 11/s-71, cuando el rock y los jóvenes dejamos la inocencia
11:06 AM
11/s-71, cuando el rock y los jóvenes dejamos la inocencia
Dice el proverbio:"Quien busca la verdad está en riesgo de encontrarse con ella”. Pero hablando del Festival de Avándaro, la única verdad es que quienes estuvimos allí, nunca lo olvidaremos. Ésta no se encuentra en los estantes de las librerías, es un tema incómodo del cual casi nadie se quiere acordar y en los libros de texto oficial no forma parte de la historia; sin embargo, su incidencia en el desarrollo político, social y cultural resultó una catarsis para el México de entonces.

Nada fue igual después de Avándaro: una herida en la piel del tiempo que compartimos como estigma quienes fuimos testigos y actores de una época en la que ser joven, y además rockero, significaba ser un peligro en potencia para el Estado, la sociedad y la liga de las buenas costumbres.

Avándaro fue un suceso del que nadie quiso hablar durante mucho tiempo. Entonces la verdad a medias se convirtió en tabú, y éste en parte de la mitología de lo prohibido.

Sólo aquellos que estuvimos presentes, sabemos lo que sucedió en el Valle de Avándaro... y ¿saben una cosa?... la verdad es que en la escena del crimen, no hubo crimen... El castigo fue tan desproporcionado como sería aplicarle la pena de muerte a quien se pasa un alto a la mitad del desierto.

Soy uno de los testigos presénciales, organizadores y "culpables” históricos de la revolución, evolución, y re-evolución que derribó las torres gemelas de nuestro rock, aquel 11 de septiembre (curiosa fecha) de 1971, el día en que rock y juventud en México perdimos la inocencia.

El lugar y el motivo fue lo menos importante; lo grandioso de este acontecimiento fue que por primera vez y por razones no políticas millares de jóvenes alzaron la voz invocando a un dios llamado rock... Y sin importar la clase social, escolaridad, apellido o preferencia sexual el suelo retembló al sonoro rugir de ¡Avándaro! ¡Avándaro!...

Pero ¿qué tiene que ver Avándaro con nuestros días?, ¿Cuál es la lección histórica protagonizada por unos cuantos millares de jóvenes empapados de lluvia, rock, paz y amor con nuestros tiempos?

¿De qué nos sirve, cuarenta años después, exhumar la memoria viva de ciertos días, olvidados por la historia oficial?

¿Por qué si se nos ha dicho que "la verdad, nos hace libres”, la historia se puede convertir en un relato lleno de verdades vacías, y mentiras llenas? Hay que reescribir la historia, contemplando también "la visión de los vencidos”.

La verdad es tan implacable como el tiempo y en la memoria colectiva de un pueblo, la verdad permanece allí, esperando a que el tiempo la descubra y le dé la oportunidad de reivindicarse...

El común denominador de los jóvenes de hoy y los de entonces está en la búsqueda de la verdad como actitud de vida: es por ello que sigo creyendo que la juventud no es cuestión de la edad sino de actitud. Es una enfermedad que se adquiere por contagio y se cura con los años, (y yo no me quiero curar).

En nuestro tiempo y nuestro momento, a mi generación también le llegó el momento de la responsabilidad y, aunque tuvimos que cambiar el pantalón acampanado y el pelo largo por el traje y la corbata, muy dentro de algunos de nosotros aún existe el "rebelde sin causa” que la cultura del rock convirtió en estereotipo de mi generación.

Pero si oficialmente se llegó a la conclusión de que "el rock es cultura”, ¿por qué hasta la fecha nos siguen causando asombro, espanto, --y otras reacciones viscerales--, los "iconos del rock”: como hoy lo es Marilyn Manson, ayer lo fue Alice Cooper y anteayer lo era Elvis Presley....?

Es conveniente indicar que la década de los 60 se caracterizó por la audacia, rebeldía y anticonvencionalismo. La juventud quería vivir de manera distinta, más libre, desprovista de prejuicios y normas, difíciles de entender.

La sociedad escandalizada rechazó y criticó a la juventud que se escapaban de los cánones sociales previamente establecidos. No aceptaban la forma de vida que llevaban, la ropa estrafalaria llena de colores, el pelo largo, y su discurso crítico, político y pacifista.

Estas manifestaciones musicales fueron cediendo al empuje de un movimiento que se dio a conocer mundialmente como "la ola inglesa”, originado en el Reino Unido, que tuvo como sus representantes más comerciales y populares a "Los Beatles”, otros trataron de colocarse en un ambiente en el que destacaban agrupaciones como: Yardbirds, Pink Floyd, The Rolling Stones, y muchas más.

La música acompañó a este movimiento destacando dentro de sus máximos exponentes: Jim Morrison, Janis Joplin, Joe Cocker, Jimi Hendrix, Led Zeppelin, Pink Floyd y Santana, entre otros, sin olvidar los conciertos en Woodstock.

Y entonces llegaron los setenta: una década que nos unió bajo la consigna de "los jóvenes al poder”. Por primera vez en la historia de la humanidad, la conciencia generacional fue un signo de identidad.

En los setenta, los jóvenes de todo el mundo comenzaron a manifestarse, en forma violenta o pacifica, pero con los mismos resultados: la represión institucional por parte de los adultos que ostentaban entonces el poder y los instrumentos políticos y sociales, quienes intentaron reducir el poder de decisión de la juventud bajo amenazas, censuras e, incluso, la agresión física y el asesinato. La generación que vivió esta era de represión es denominada como los baby boomers.

Según el diccionario, una generación no se integra únicamente por personas de la misma edad que viven en el mismo tiempo: las experiencias compartidas son un componente integral que marca para siempre a toda una generación. La ruptura entre generaciones es un proceso natural tan poderoso como inevitable.

El baby boom surge en 1946, cuando la Segunda Guerra Mundial terminó: fueron 18 largos años que definieron un sinnúmero de experiencias y actitudes que dieron identidad a los boomers. Algunas de las influencias tempranas fueron: La guerra de Vietnam, el movimiento de los derechos civiles, el movimiento de liberación femenina, los métodos de control de natalidad, la experimentación con las drogas.

En 1971, los jóvenes nacidos en los cincuenta pertenecían a la generación denominada baby boomers: los primeros hijos de la posguerra, quienes sufrieron los efectos de la "guerra fría”, la amenaza atómica y la tan temida invasión del comunismo proclamada por el "imperialismo capitalista”

La generación a la cual pertenecen los jóvenes que asistieron a Avándaro fueron testigos de la Era Espacial, la conquista de la Luna, los magnicidios de los grandes líderes del pensamiento liberal y antirracista; el surgimiento de la mítica figura del Che Guevara; el impacto del pop-art y la revolución musical de los Beatles; la muerte de Jim Morrison, James Dean, Janis Joplin y Jimmy Hendrix, la experimentación de las drogas ácidas y rituales, la liberación sexual y el feminismo, el surgimiento del sida y de la moneda plástica.

En México, los finales de los sesenta y principios de los setenta fueron épocas intensas de experiencias sicodélicas a base de LSD, peyote y hongos varios alucinantes, que hicieron aflorar la creatividad de los artistas, mientras que el entorno juvenil se veía manchado de sangre por los hechos trágicos de Tlaltelolco, el 2 de octubre de 1968 y los acontecimientos que marcarían el rumbo social de México, con los sucesos acaecidos en 1971. Y fue precisamente en este año, en 1971, el Festival de Rock y Ruedas rompió la delgada línea entre los "socialmente aceptable”, y la visión del mundo en la que evolucionó la generación setentera.

Durante las últimas 3 décadas, algunos despistados han pretendido involucrar lo sucedido en Avándaro, con la descomposición del sistema político y social en México; sin embargo, Avándaro no fue la causa, sino el efecto. La verdad es que en México el rock nunca ha tenido implicaciones con la política, --como sucede en otras partes del mundo--, donde grupos activistas han sabido aprovechar la capacidad de penetración que tiene la música, para manifestar sus inconformidades contra el gobierno y la sociedad; aunque otros géneros musicales contemporáneos de Avándaro, como la "canción de protesta”, la nueva trova y la música retro-folk sí implicaban mensajes contestatarios... pero esta "moda” y "actitud” no prosperó en el sector de quienes éramos y seguimos siendo devotos del rock mexicano de los setenta.

En Avándaro, el único vestigio del poder de convocatoria de la música, se dio cuando la banda Peace and Love, de Ricardo Ochoa, puso a vibrar a cerca de 200 mil personas, quienes cantaron sin temor la letra de "We got the power”... ¡¡tenemos el poder...!!

La simple idea de que la juventud mexicana que se uniera en una misma voz, puso a temblar a las altas esferas del poder... La reacción fue inmediata y fulminante: como en una pesadilla kafkiana, el rock fue condenado al destierro y al olvido; condenado por delito muy de moda entonces: el de sedición y disolución social.

Un antecedente definitorio de Avándaro se dio en 1969, con la celebración de "The Woodstock Music and Art Fair”: Un concierto masivo que reunió a 450 mil jóvenes en el Condado de Sullivan.

Durante cuatro días, este lugar se convirtió en una mini-nación, en donde las drogas, el amor, la música y las mentes jóvenes no tuvieron barreras ni censuras.

La experiencia provocó un fuerte impacto en todo el mundo y dos años después los jóvenes de la época llegamos a la conclusión de que "México debía tener un festival de rock, para no conformarnos con los realizados en el extranjero”.

Así surgió el Festival de Avándaro, que de una noche mexicana que complementaría una competencia automovilística "el Circuito Avándaro”, se convirtió en todo un festival que reunió a los 11 mejores exponentes del rock mexicano de principios de los setenta... y todo esto, con el módico presupuesto de 40 mil pesos.

Haciendo un repaso histórico, cronológico, y cultural, es muy marcada la influencia que tuvo el concierto de rock en Valle de Bravo, en los ámbitos de la música, la literatura, la política y el orden social que desde entonces ya no fue el mismo.

El Festival de Rock y Ruedas, como se le llamó, no buscó lucros ni favoritismos como se cree; la idea inicial fue proyectar a los grupos participantes a un mismo nivel, brindándoles la misma importancia, ofreciéndoles condiciones de trabajo óptimas y, desde luego, los mismos beneficios; no obstante, el número estimado de asistentes, rebasó los cálculos, aproximados; lo cual constituyó un verdadero obstáculo.

Entre los grupos más importantes que asistieron, se encuentran: Los Dug Dug’s, Peace and Love, Three Souls in my Mind, Tinta Blanca y Los Yaki, entre otros.

La única condición que se les solicitó fue interpretar composiciones originales. Y el pacto inicial acordado consistió en repartir 40 mil pesos en partes iguales. La verdad es que quienes organizamos el tan mitificado Avandarazo, jamás pensamos en las consecuencias que nuestra iniciativa provocaría y sigue provocando.

Aunque abundan las historias y relatos que tratan de describir lo que sucedió aquellos días, la verdad permanece presente en la memoria de quienes lo vivimos. Para nuestra mala suerte, estos días no fueron documentados en su totalidad, aunque existen grabaciones originales de audio y video, así como material fotográfico que parcialmente reconstruyen los hechos.

Sin embargo, a través de los años, el Festival de Avándaro ha generado una serie de "documentos” que al igual que los evangelios, explican en distintas versiones de distintos recopiladores, el viacrucis que finalizó con la crucifixión de nuestro rock. Al respecto se ha lanzado al mercado, algunos acoplados de Avándaro, pero nada en vivo.

Algo contundente es que la nación de Avándaro puso al descubierto la diferencia abismal entre dos generaciones, la de nuestros padres y la nuestra, de plantas que la naturaleza nos brinda como posibilidad de que experimentemos con ellas el "despertar de la conciencia”.

Este abrupto rompimiento generacional tuvo consecuencias en distintos planos: socialmente se rompieron barreras, la música se encargó de hermanar a las clases sociales, que vibraron con un rock bien ejecutado con altas dosis de creatividad.

Políticamente hablando, Avándaro fue un bálsamo para las heridas de la juventud, dolida por las masacres que había enlutado a muchos hogares mexicanos en el 68. Por qué se permitió el festival? ¿Acaso nunca pensaron que acudirían tantos jóvenes? O ¿Lo dejaron vivir en compensación por los asesinatos que habían cometido?

A nivel comercial y cultural, Avándaro también fue parteaguas de la generación "hipiteca” que desde entonces se identificó por su forma de vestir, de hablar, y de laborar: Muchas artesanías se desarrollaron en forma paralela. Las industrias en torno al rock han proliferado, como ha quedado de manifiesto en lugares específicos de reunión: tal es el caso de el Tianguis Cultural.

Gracias a Avándaro la cultura del rock se difundió cada vez más, ampliando sus formas de expresión cultural; por ello se ha defendido la premisa "El rock es cultura”.

A manera de conclusión, les diré que Avándaro marcó el presente de un futuro muy pasado… Y ello nos trae de nueva cuenta a la pregunta ¿qué tiene que ver la juventud de hoy, con un evento que ocurrió hace más de cuarenta años?

En México llegó el tiempo del rock y de los jóvenes; y a través de la mágica llama de la televisión vimos pasar copetes y crinolinas, a Elvis, a los Beatles, Woodstock, el Apollo 11, los magnicidios y la guerra fría.

Y los jóvenes también entramos en guerra. El rock que fue satanizado y condenado a la oscuridad después de la realización del Festival de Rock y Ruedas de Avándaro: el rock tuvo su tiempo de gloria y reivindicación 30 años después.

Sin lugar a dudas, el 11 de septiembre de 1971 marcó uno de los momentos más decisivos en la historia del rock nacional. Sus consecuencias determinaron la evolución de nuestra música, que a partir de ese momento se sumió en el más fatídico periodo de oscuridad; sin embargo, las leyes de la física aplican también para la sociología, y a toda acción corresponde una reacción: la revolución que generó la censura oficial de toda manifestación masiva juvenil convirtió al rock en emblema, signo de la identidad y expresión tácita de rebeldía.

Aquel día, el rock no tuvo la culpa y la juventud tampoco; sin embargo, tendrían que pasar más de dos décadas para que nuestro rock resurgiera del abismo, para lograr que la música mexicana hecha por y para jóvenes literalmente "explotara” en la escena mundial, convirtiéndose en todo un fenómeno que hoy por hoy nos identifica como los líderes del movimiento roquero de habla hispana.

La moraleja es muy clara y explicita: los ciclos de la historia convierten a la censura en un poderoso motor que revierte los esquemas en prospectiva, y después de la represión sísmica que llevó la escena roquera de los setenta a niveles subterráneos, las expresiones de la juventud provocaron un tsunami que nada ni nadie pudo parar.

Hoy, ayer y mañana son expresiones de la ley de la relatividad que dimensiona tiempo y espacio: Es por eso que la historia es un ciclo inevitable: Cuando las generaciones se dividen, los cambios se multiplican... En la gran ecuación de la experiencia humana, restar los errores, es sumar nuestros logros: esos que tantos años de rezago cultural y musical costaron a la juventud de la generación de Avándaro, mi generación, hoy se han transformado en la libertad de acción, la libertad de expresión y el respeto que los jóvenes de hoy, ustedes mismos, disfrutan como parte de un pacto social tácito, implícito e inamovible.

Como hoy se ven, ayer me vi... y como me ven hoy, ustedes se verán mañana...

Luis de Llano Macedo

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