(donde quiera que esté). Quizás ambos extremos
(el viaje y el refugio) no puedan estar separados. Y por eso tal vez
Bunbury, rockero errante por naturaleza, le puso a su último disco el
nombre Hellville de Luxe. Así se llama su casa en el Puerto de Santa
María (España), parada necesaria –y deseada– entre tanto ir y venir.
Es en el marco de una de esas enormes giras que el ex Héroes del
Silencio llega nuevamente a Córdoba, para presentar su reciente trabajo
este jueves, en el Estadio Cubierto Juniors. Según Bunbury, Hellville
de Luxe cumple un rol cada vez más destacado en su discografía: "Cuando
salió, creí que no era más importante que El Viaje a Ninguna Parte o
Pequeño. Conforme he ido interpretando sus canciones, me he dado cuenta
de la importancia y el valor del trabajo. Al día de hoy, creo que es el
mejor que he sacado hasta el momento", asegura.
¿Por qué un viajero consumado como Bunbury bautizó al disco con el
nombre de su hogar? "Era la primera vez que componía un disco en casa,
sin viajar, sin moverme de un lugar a otro en busca de inspiración
–explica–. Bajar todos los días a mi estudio, en el sótano de mi casa,
a trabajar un poco, fue por su anomalía una forma de encontrarme con
las musas. Aunque me sigue encantando viajar, el Puerto de Santa María
me reconcilió con la vida más sedentaria. Allí podría quedarme una
buena temporada sin preocuparme de nada más".
–¿Cómo se inicia tu amor por los viajes?
–Creo que fue a través de la literatura, de los libros de Stevenson, de
Verne, de Salgari. Los libros de aventuras en lugares exóticos me
maravillaron de muy niño y me inculcaron el placer de la vida nómade.
Siempre pensé que cada barco, cada tren, cada avión que tenía que tomar
era el principio de una gran aventura. Hay personas a las que les
fastidia enormemente hacer las maletas. Para mí es un sueño hecho
realidad. No hay viaje malo, sino viajero cansado o sin inspiración.
Música del mundo
Así como emergen y desaparecen los lugares por donde transita, el arte
de Bunbury no halla reflejos, no se encuentra en ninguna patria.
"Soy rocker, gitano y romántico y, espero, alguna cosa más que olvidé.
Mi música no va hacia ningún lado –reflexiona–, cada día me expreso
como me siento. Espero que eso signifique algo para alguien".
Fue así que en Hellville de Luxe el rockero español decidió volver a
darle protagonismo a la guitarra, instrumento que había quedado un rato
en el estante para dejar paso a incursiones más heterodoxas. "Nunca se
fue la pasión por el buen rock´n´roll, pero no soy tan fetichista ni de
la guitarra ni de ningún instrumento. Me gusta la música y cualquier
instrumento es susceptible de ser utilizado. Me encantaría hacer discos
con más percusión, con instrumentos indígenas, sólo con orquesta, con
más metales, con electrónica...", enumera.
Una curiosidad similar a la que profesa por las expresiones autóctonas:
"Todavía no conozco la Argentina como me gustaría, hay un viaje
pendiente por vuestro país –advierte–. Me interesa mucho vuestra música
popular, en general los tangos, la cumbia, las chacareras, el cuarteto.
Son músicas fantásticas con intérpretes gigantes".
Cambio de ruta
Hellville de Luxe llega después de un quiebre en la carrera solista de
Bunbury. En 2005, el músico decidió alejarse de los conciertos,
suspender su banda (El huracán ambulante) y dedicarse a otros proyectos
y colaboraciones –como El tiempo de las cerezas, disco gestado a dúo
con Nacho Vegas–: "Tuve un par de años o tres en los que necesité
reflexionar sobre mi entorno: mi management, mi banda, mi contrato
discográfico, mi casa, mi vida. Me tomé mi tiempo para poner orden en
el caos".
–¿Cómo te llevás con la nueva banda que formaste?
–Todavía está en proceso de formación. Recién grabamos nuestro segundo
álbum juntos (Las consecuencias, de pronta edición) y creo que es ahora
cuando empieza a tomar forma definida, personal y característica. No es
fácil que un grupo amarre, necesita su tiempo. Déjanos un par de años
más y otro disco, y podremos comparar de forma seria y justa.
–¿De qué se trata tu nuevo trabajo?
–Las consecuencias se terminó de grabar en julio de este año, es un
disco de cambio de ciclo. No sé si es un cierre o un comienzo. Creo que
es un disco importante y espero que emocione tanto como me emociona a
mí.
–¿Qué te lleva a colaborar tanto con otros artistas?
–No he tenido ningún problema en compartir momentos musicales con
colegas de profesión. Siempre es un placer disfrutar de algo de
rock´n´roll con gente con talento. Últimamente estoy más concentrado en
mis canciones y conciertos, pero no descarto volver a colaborar como en
otros tiempos.
¿Cómo recuerda Bunbury la experiencia, dos años después?
"Fue una gira importante, tanto por la cantidad de público que fue a
los shows como por los sentimientos que provocó en diferentes partes
del mundo. Para nosotros, obviamente, tenía un significado especial".
–¿Cuál?
–Cerramos una etapa de una manera digna, curando una profunda herida
que nos hacía difícil mirarnos cara a cara entre nosotros. Al día de
hoy, todo eso forma parte del pasado y podemos continuar con nuestras
vidas con orgullo y tranquilidad.
–¿La gente te sigue identificando con la banda?
–Sí, y me parece algo absolutamente normal. Héroes... fue un grupo que
históricamente consiguió cosas inéditas en el rock en nuestro idioma.
Vendimos tal cantidad de discos, en países insospechados, que es muy
difícil de superar. Acepto que haya mucha gente que ignore mis álbumes
posteriores y sólo me conozca por esa época. Eso, de alguna forma, le
ocurre a todos los músicos: son conocidos por la etapa más popular de
sus carreras.
Javier Mattio.
La Voz.com.ar