Hacía 13 años que Bunbury no pisaba un escenario chileno y nunca lo
había hecho como solista. Se creía entonces (y se sigue creyendo ahora)
que el público nacional no lo quiere o entiende. Y aunque sí es cierto
que él no cuenta aquí con una audiencia multitudinaria, este lunes
demostró con un concierto inolvidable, que incluso en esta parte del
mundo cuenta con centenares de seguidores que le conocen y respetan.
“Bunbury, Chile siempre te quiso”, aseguraba un lienzo de varios metros
de longitud que colgaba de la platea. Pero los gritos, la euforia y las
muestras de cariño tuvieron más fuerza que la palabra escrita.
Aunque el Teatro Caupolicán no se llenó, el público que asistió se hizo sentir de principio a fin, aunque fuera lunes.
Poco después de las 21.00 horas, Bunbury y su banda de lujo salieron a
escena y arrancaron con “El Anzuelo”, que se dejó seguir de inmediato
por “La señorita hermafrodita”.
Las uñas pintadas de negro, el traje de terciopelo, las botas rojas,
los anteojos oscuros y los lentes de rigor, el otrora héroe estaba en
pleno, derrochando histrionismo y carisma. No faltaron las frases
cliché como “tenía tantas ganas de volver” y la promesa de una noche
irrepetible; pero lo cierto es que el show, aunque generoso, conservó
la misma estructura que en el resto del tour por Latinoamérica, con 25
temas y 3 falsas despedidas.
Dos horas y media de concierto fueron suficientes para recorrer
distintas etapas de su carrera, que ha sido variopinta como pocas.
Desde el tema “Alicia (expulsada al País de Las Maravillas)” del 97,
hasta algunos de su reciente Hellville de Luxe, pasando por El tiempo
de las cerezas que grabó junto a Nacho Vegas. El viaje fue intenso y
memorable.
Bunbury le habló en repetidas ocasiones a su público, presentando
algunas de sus canciones y confesando que “Doscientos huesos y un
collar de calaveras” es, entre las de su último álbum, su favorita. No
faltó el mordisco a la prensa, con la que siempre ha tenido
diferencias. Al volver para el primer encore, el cantante advirtió que
aún quedaba mucho por venir y que los periodistas podían irse a sus
redacciones. “El concierto termino aquí, se pueden ir yendo. Nosotros
nos quedamos”, dijo para la euforia de sus seguidores.
La banda, integrada por Jordi Mena (guitarras, banjo), Jorge Rebenaque
(teclados, acordeón), Álvaro Suite (guitarra), Robert Castellanos
(bajo) y Ramón Gacías (batería) le siguió el paso a su frontman y sonó
impecable.
Antes de despedirse, recordando “La chispa adecuada” de Héroes del
Silencio, Bunbury dijo: “chilenos y chilenas me han hecho muy feliz, de
verdad”. En eso, no duden que fue completamente sincero.
Laura Gamundi.
RockNvivo.com