se han celebrado algunos de los acontecimientos religiosos, políticos,
artísticos, deportivos y sociales más relevantes de los últimos 70
años. Por ejemplo, aquí recibimos al Santo Padre, descubrimos artistas
como Sinatra o Pavarotti, disfrutamos del mejor Ballet del mundo, de la
Opera y de grandes recitales nacionales e internacionales en los más
variados estilos musicales.
Allí comenzaban a llegar los numerosos seguidores como Sergio y
Sebastián que desde las 17 horas del día 30 llegaron en el conurbano
bonaerense para presencial el tan esperado show.
A las 17 horas del sábado, ya podía escucharse la prueba de sonido. En
Buenos Aires llovía torrencialmente, aún así la gente seguía
acercándose para la apertura. Por fin, a las 19.30 horas se abrían las
puertas.
La espera continuó dentro. Eran las 21.30 y el público cantaba en un
gran coro clásico como “Apuesta por el rock ‘n’roll”, haciendo la
espera más entretenida hasta las 22 horas que las luces del recinto se
apagaron. El público enloquecido gritaba, se movía de lado a lado... Y
así, se encendían las dos pantallas de leds, mientras ingresaban los
músicos uno a uno. Por último la aparición tan esperada sobre el
escenario de Enrique Bunbury vistiendo de negro, con su sombrero y
gafas. Comenzaba con “El club de los imposibles”, siguiendo con “La
señorita hermafrodita” y “Hay muy poca gente”, donde Enrique se quitó
el sombrero, haciendo una reverencia al público y comentando “¡¡Gracias
por venir!!. Es un verdadero placer estar con todos ustedes en el Luna
Park. Era un sueño para mí tocar en este magnífico lugar. Venimos a
tocar rock ‘n’ roll. ¡¡¡Quiero que tiemble el Luna Park!!!". Y así
comenzó a sonar “Bujías para el dolor” siguiendo con “Sólo si me
perdonas” y “Puta desagradecida”.
Marcaban las 22.37 horas cuando de repente, se apagaron las luces para
que Jordi Mena se volviera el protagonista avanzando unos pasos
mientras una luz puntual lo ilumina para hacer un solo de guitarra. Al
fondo, se mueve un telón rojo y se encendía cinco lámparas colgantes.
Bunbury entra en escena vistiendo una camisa negra con rojo y una boa
al cuello, y comienza a interpretar “Sácame de aquí”. El público
estallaba a coro.
Luego siguió con la presentación de otro de sus músicos, en este caso
Jorge Rebenaque “Rebe” al acordeón para comenzar con una versión de
“Desmejorado”, completamente dramática y pasional. Ya en la siguiente
canción los acordes eran desconocidos, hasta que Bunbury comenzó con
las primeras frases de “La herida” de su época con Héroes del Silencio.
Todo el estadio Luna Park ponía su fuerza y entonaba junto al cantante
esa canción tan esperada. Inmediatamente seguía con su guitarra encima,
con los primeros acordes de “Alicia (expulsada al país de las
maravillas” para de nuevo dejar la guitarra tras interpretarla. En este
momento Jordi Mena y Álvaro Suite (guitarras) pasaban al centro del
escenario. Bunbury, unos pasos detrás de ellos, toma el pie del micro y
comienza unos movimientos para darse la vuelta y seguir con “Infinito”,
recorriendo el escenario de punta a punta. En la última frase de esa
canción se recreó alargando la última frase: “Un momento se va... se
va… se va... se fue...” y saludando al público.
Nuevamente se apagaban las luces quedando encendidas las dos pantallas
de leds que se encontraban ubicadas en la parte trasera del escenario.
Y así comienza un montaje audiovisual para dar paso a “El hombre
delgado que no flaqueara jamás”. Puro rock & roll y Buenos Aires
estallaba!. De hecho, Enrique cambiaba una frase de la canción
diciendo: “Voy con la firme intención de caldear Buenos Aires... y
armar un buen escándalo!!!”. Y sí que lo había conseguido!!!
Tras ésta, se producía un silencio que se rompió cuando comienzó a
sonar el piano la s primeras notas de “Sí”. Después seguiría “El
rescate”, “Apuesta por el rock ‘n’ roll” y “Lady Blue” con protagonismo
al inicio para los guitarrazos de Álvaro Suite. Al final, Bunbury
conversaba con el público diciendo "Argentinos y argentinas, ¡es un
verdadero placer estar aquí con ustedes!"
Ya eran las 23.35 horas, cuando volvieron a apagarse todas las luces.
Bunbury reaparecía en escena con una copa de vino, alzándola hacia el
público para comenzar con “El viento a favor” seguida de “200 huesos y
un collar de calaveras” e “Y al final”, con la que comienza a sentirse
la conclusión del show. Aunque el público a coro exigía más gritando:
"¡¡¡No se va, Enrique no se va, Enrique no se va, Enrique no se va!!!",
así que Bunbury volvería a aparecer en escena diciendo: "Mientras
ustedes quieran, aquí estamos".
Luego de presentar a su banda el siguiente tema en sonar fue “No me
llames cariño” seguido de “El jinete” con un apoteósico final donde
Alvaro Suite tomaba su guitarra para pasar las cuerdas por el pie del
micro y así produciendo una distorsión.
Cada uno seguía en su papel y Bunbury, comenzaba a caminar como si lo
hiciera sobre una cuerda floja manteniendo el equilibrio para llegae al
borde del escenario y llevase su cuerpo hacia abajo, levantándose luego
para interpretar “Canto (el mismo dolor)”.
Rebasadas las 00 horas, los músicos saludaban y Bunbury exclamaba al público: "Una más y no jodemos más!!!"
Y así vuelve a realizar una preciosa versión de "El tiempo de las
cerezas", tema que dio título al album que realizó junto a Nacho Vegas.
Posteriormente conversaría con el público haciendo referencia al clima
de Buenos Aires y a la organización del Luna Park, para ver quién
dependía del bar y comentar "Me gustaría que sirvieran tequila para mis
amigos. ¡¡¡Cárguenlo a mi cuenta, que no soy de fiar de todas
formas!!!"
Y así, con ese buen clima terminaba el show, con la última canción: “La
chispa adecuada”. Fueron dos horas y veinte minutos de show donde casi
10000 personas gritaron, cantaron, bailaron, saltaron y aplaudieron a
un grande... A Enrique Bunbury, siempre tan querido para Buenos Aires.
Texto: Andrea Di Giovanni
Foto de Ohm y Clara Brostow extraídas de Bunburydad
www.bunburyclub.com