IGNACIO SERRANO | MADRID
Al otro lado del teléfono se oye a un crío que protesta entre sollozos. «¿Se ha roto?», dice una segunda voz. «Pues arréglalo, si tú sabes arreglarlo....». Es Christina Rosenvinge, consolando a su hijo de cinco años. «Perdona, ya estoy lista», dice mientras alguien echa una mano con el chaval, el segundo de su progenie. No hace falta que digamos cuánto ha llovido desde el «¡Chas! y aparezco a tu lado»... Aunque la tez de Christina puede engañar, y mucho, ya es madre y cantante veterana. Y se mantiene al pie del cañón en ambos frentes con inquebrantable arrojo. En el musical, ha facturado uno de los mejores álbumes nacionales de los últimos años. Y en el familiar parece que también todo va bien. El crío continúa dando la tabarra unos segundos, pero ella muestra una paciencia infinita. Y al mayor lo llevó a ver a AC/DC...
«Estoy muy contenta por el feedback de la gente con este disco. Ha habido mucho trabajo detrás de él», dice con voz de estar apartando de nuevo al niño. Pero enseguida aclara que con «trabajo» no se refiere a que «Tu labio superior» haya sido excesivamente laborioso. «Mi anterior disco, «Continental 62», era muy complejo y tardé un año y medio en grabarlo. Todo fue complicadísimo, por eso con este quise irme al otro extremo: componer muchas canciones muy rápido, y que la fase de estudio fuese muy directa al grano. Suele ser más efectivo y llegas a la gente mucho mejor».
Vaya si llegó: mínimo de notable en las reseñas de todas las revistas, portada en muchas de ellas, y lleno en casi todos sus conciertos. «Para ser más comprensible es necesario hacer música menos fluctuante, más sólida», comenta sobre la fórmula del éxito. «No quiero decir que mis trabajos anteriores sean peores, además, he llegado a este punto gracias a ellos. La música es un acto muy personal, así que lo más importante es mantener el valor de hacerlo a tu manera hasta las últimas consecuencias».
Christina comenta que las canciones del disco son diferentes aproximaciones sobre la misma cosa: la vida después de una ruptura amorosa. «La música que más me ha llegado siempre ha sido confesional -asegura-. Las grandes canciones del pop y el rock que están cantadas en primera persona suelen tener una potencia distinta, superior». A pesar del paso del tiempo, y de haber superado aquella ruptura, ese feeling que acompañaba a las melodías «no se ha alejado, porque las canciones arrancan su propio vuelo y adquieren otra dimensión ellas solas. Ese feeling no es algo estático».
De autocompasión, nada
Sobre sus métodos de composición, admite que también intenta ser confesional, «pero evitando caer en la autocompasión. Me acerco al dolor desde la ironía y la moral del superviviente. Prefiero eso a hundirme en la melancolía, ese acto es un lujo propio del que no tiene problemas reales. Creo que parte del éxito de «Tu labio superior» se debe a esa perspectiva risueña, con sentido del humor, que muestran las canciones ante el sufrimiento».
Christina ahora tiene varios proyectos en mente, «entre ellos una banda en la que el líder sea otra persona. Pero tengo muchas canciones escritas en la misma línea que «Tu labio superior», para hacer otro disco».
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