La ópera rock Dr. Frankenstein, una obra que se debe a muchos: José Fors

El músico y artista plástico José Fors, con motivo de la nueva temporada de funciones para la ópera rock Dr. Frankenstein, tras su exitosa serie de presentaciones en la ciudad de México, nos habla en entrevista de cómo percibe el recibimiento de este espectáculo por parte de crítica y público, así como de sus expectativas hacia delante, pensando en las nuevas representaciones que comienzan este viernes 3 de julio por la noche, en el Teatro Diana.

-Después de las funciones en Guadalajara y la ciudad de México, así como los comentarios generados, ¿cómo percibes el recibimiento crítico que ha tenido Dr. Frankenstein?

-Creo que mucho tiene que ver con el grupo que se logró conjuntar, una serie de talentos que participan en Dr. Frankenstein, donde no sólo hay cantantes muy buenos, la mayoría son compositores, lo que los hace doblemente sensibles frente a quienes sólo son intérpretes. Es un grupo muy grande de personas muy creativas, y eso se nota, aparte del equipo técnico; hablo de toda una familia que se ha formado en torno al espectáculo, gente con mucha experiencia, encariñada con el proyecto. Pienso que todo eso se refleja en el resultado. Además, pensando en la novela, creo que Frankenstein es el monstruo más querido, y –por otra parte– el género de la ópera rock, que hacía tiempo no se producía en México, me parece bastante olvidado y que, en mi opinión, es un terreno bastante fértil para la creación.

-Dr. Frankenstein ha marcado también un hito como producción en la que participa la UdeG, es la primera que reporta altas ventas previas y sigue produciendo dividendos, ¿tuviste alguna intuición de que sería así?

-Cuando pensé en Frankenstein y ópera rock, juntos, pensé en cómo es que no se había hecho antes; puesto que me parecen muy compatibles. Me dije que, cuando lo hiciera, lo haría bien; y para ello necesitaría apoyo. Entonces, entre mi chamba y esto y lo otro, pasaron casi 10 años, en los que estuve masticando la idea, y haciéndome el menso, porque sabía que tendría que dejar de pintar y otras cosas para concentrarme, como mínimo, un año en esto. Y así fue. Pensé también que, habiendo hecho puras cosas para rocanroleros, éste sería un espectáculo para toda la familia; todo fue pensado en términos de que fuera rentable y algo que me gustara, tanto para niños como gente mayor. Todas estas cosas, me parece, ayudaron también. Trabajé muy a gusto con la universidad, no se metieron en el proyecto, tuve libertad total en cuanto a lo creativo y, aparte, la gente de la institución –creo– se encariñó con esto, más que nada la Dirección de Música. Como una manera de contestar esta pregunta y la anterior: la unión hace la fuerza. Son los talentos, el apoyo de la universidad, el hacer lo propio en el proyecto, cada uno de los que se fueron involucrando, que lo tomaran como suyo.

-Desde el principio, en las primeras notas de prensa se destacó siempre el hecho de echar mano del “talento local”.

-Y más trabajando con la UdeG, creo que tenía que ser así. Básicamente se trata de una obra hecha en Guadalajara, con talento de Guadalajara. Para mí eso es muy importante porque quería hacer un producto que se pudiera exportar orgullosamente. Aparte, quería quedar bien con la universidad porque espero que éste no sea el último proyecto con ella.

-Precisamente esta respuesta positiva a esta colaboración ¿hace pensar en nuevas producciones con estas características a futuro?

-Claro. Y creo que hay que pensar en grande; más bien, en calidad, en tener proyectos bien amarrados. Siento que éste, en particular, lo estuve pensando por tanto tiempo que lo tenía muy claro, y eso me ayudó mucho con toda la gente con quienes trabajé, que vieron que sabía exactamente lo que quería. Que venga de una sola cabeza le da unidad al asunto, porque –por lo general– en estas producciones se contratan diversas personas para distintos aspectos; en este caso, yo intervine en escenografía, vestuario, iluminación, estuve en todos lados, por lo que se trata de una sola visión.

-Adaptar la obra a 39 piezas musicales (labor sintética que ya ha alabado la prensa) debió ser extenuante, ¿fue así?

-Como dije, tuve mucho tiempo para trabajar la idea y fue difícil, pero lo fui haciendo poco a poco. El trabajo fue “meter” en canciones esta novela que es tan rica y, también, pensar en mil cosas prácticas. Aunque se piense en grande, un elenco no puede ser ilimitado; deben recortarse personajes. Me quedé con lo más esencial, con aquellos personajes que tenían una historia que contar. Uno quita y quita hasta quedar con lo esencial y, creo, está respetada esa esencia de la novela. Además, lo he dicho ya, tomé también cosas de las películas de Whale, donde aparece en primer Frankenstein que yo conocí. No sólo es un homenaje a la obra de Mary Shelley sino a toda la gente que ha mantenido vivo al monstruo.

-El registro musical es muy variado, ¿pensaste en el contenido dramático para realizarlo del modo como quedó?

-Para mí lo más importante fue el ritmo. Después de tener la historia, se trató de cómo ir moviendo las emociones de la gente. Eso fue de lo más importante, y fue durante todo el proceso: escoger las partes, separar canciones, sobre todo trabajando durante la grabación. Se trata de una forma de narrar, pero de acuerdo con los sentimientos. Cuidé que no fuera un rollo “denso”, como en la ópera, y no tratar por mucho tiempo un mismo tema. Y quise, asimismo, que fuera ágil, dentro de todo este entorno “barrocón”.

-Aquí se involucran también la escenografía, los colores, la iluminación ¿no?

-Sí. Llega todo a un punto muy práctico en el que se decide cambiar una cosa de lugar, pero sin afectar el ritmo; aprovechando todo, de modo que no se tenga que volver a determinado espacio o cambiar una escenografía. Creo que esas cosas fueron las más difíciles.

-Pensando, de nuevo, en los signos visibles de respuesta positiva, ¿se ha incrementado tu satisfacción con el producto?

-Definitivamente. Oigo muchos comentarios y me da mucho gusto que, por ejemplo, a los niños les guste mucho. Son opiniones de todo tipo. Creo que al público en general le ha gustado. Hay incluso señoras de la tercera edad que salieron contentas de las funciones. Me parece que, en esta obra, ayuda que el metal –como género musical– está plenamente justificado, y eso fue algo que cuidé, sin dejar de alternar distintos tonos y tipos de rolas; lo que enriquece todo, especialmente el mantener a la gente “sangoloteándola” en ritmo.

-¿Hay posibilidades de abrir –dado el éxito y la venta de boletos– nuevas fechas?

-Siempre, especialmente en Guadalajara, teniendo el contacto con el Teatro Diana, que pertenece a la universidad. En el caso de compra de fechas pues, van algunas ya, empiezan a crecer. Después de aquí iremos al DF, a Puebla, Querétaro, Sinaloa, Chihuahua, Valle de Bravo y otros lugares. Estas producciones así son, no pueden ser como las películas que son vistas por millones en un solo día, hay que ir, en persona, a presentarlo, en fechas concretas. La cosa es tener contento a ese público, de modo que pasen la voz, más que cualquier otra publicidad. El elenco se mantiene, además, con la camiseta bien puesta; se ha hecho una familia bastante sólida (aunque se ha previsto tener suplentes, en caso de que algunos tengan otros compromisos). Ha sido una chamba muy dura, pero muy sabrosa también. Ahora resta disfrutar del aplauso y los buenos comentarios que hemos oído. Estamos muy orgullosos y con ganas de que esto dure un buen rato y poder llevarlo a todo el mundo.