Bunbury, lejos de su octubre negro29/6/2009
JORDI BIANCIOTTO
BARCELONA
• El cantante reafirmó sus poderes en el Liceu con un recital autoritario aunque con pocas sorpresas
Los reveses encajados por Bunbury el pasado octubre quedaron lejos, el viernes en el Liceu, acallados por las ovaciones de un público que cerró filas. Hace ocho meses, el cantante zaragozano actuaba en un Palau Sant Jordi con más de medio aforo por vender, presentando un disco, Hellville de luxe, cuya promoción fue tiroteada por las acusaciones de plagio. En el Gran Teatre se resarció y, en el primero de sus dos recitales, marcó territorio con dos horas y media de actuación apasionada, donde incluso las partituras más discutibles se impusieron por vía de la fuerza.
Hace 10 años de Pequeño, el disco que marcó un punto de inflexión en su carrera, y Bunbury vuelve a enseñar los dientes. Es, de nuevo, aquel personaje de convicción infinita, y el cabaret ha dado paso a un regreso del rock, ahora de tintes americanos y tendente a una narrativa del exhibicionismo vivencial y la moral de la autenticidad. El material de Hellville de luxe (Hay muy poca gente, Bujías para el dolor), insinuó un moderado estancamiento, pero las relegó a un segundo plano: solo 5 de las 24 piezas fueron de la nueva cosecha, y el repertorio mostró pocos cambios respecto al show del Sant Jordi.
Una de las diferencias fue su doble mención a Michael Jackson. Primero, con un vídeo infantil del artista, previo al inicio del recital, y luego con la dedicatoria de El tiempo de las cerezas (compartida con una encantadora alusión a la prensa: «Mañana, en la televisión y los diarios, habrá muchos periodistas diciendo tonterías, como siempre»). Bunbury, también como siempre, es capaz de arrebatar y descarrilar: ha construido una nueva carrera con muestras de distinción y buenas partituras, pero su personaje vuelve a ser tan soberbio y alejado del nivel terrestre como el de Héroes del Silencio.
CABARET Y BLUES / Su nueva banda, con fichajes como el catalán Jordi Mena (ex-Sau y Jarabe de Palo), le dio un respaldo imponente y le ayudó a coronar las cimas de la noche: la inflamada Solo si me perdonas, las excursiones cabareteras de El extranjero e Infinito (esta, más bluesy de lo habitual), las dos versiones fetiche (Sí, de Adrià Puntí, y Apuesta por el rocanrol, de Gabriel Sopeña) y una tanda de bises que alternó medianías como Que tengas suertecita con aciertos como El viento a favor, y que incluyó El jinete (José Alfredo Jiménez) y el vals de Y al final. Exhibición completa de Bunbury con todas sus propiedades; su genio y sus excesos de confianza.
FuenteFoto: JOSEP GARCIA