Propuestas como el Extratonauta Festival son de las que hacen que Granada ejerza un ‘efecto llamada’ en toda nuestra zona. A la tercera va la vencida, y con una cuota de la casa del 50%, el Extratonauta vendió ‘todo el papel’ en una fecha a priori suicida por el fútbol, convocando a público que vino incluso desde la provincia de Cádiz, por señalar a algunos de los desplazados más distantes. Los demás llegaron en el coche de San Fernando, en larga fila india de ida (y luego vuelta) ya que la clausura del aparcamiento de la Copera obligó a caminar al millar muy largo de asistentes.
Gente entusiasta y fan a morir de algunos de los nombres del cartel: ya en las cercanías del acceso un grupo escuchaban a Nacho Vegas en el reproductor de su automóvil haciendo tiempo mientras le tocaba el turno al asturiano y, sorprendentemente, 600 minutos después seguían en el mismo sitio y con el mismo disco puesto; eso sí que es afición.
El apocado Nacho Vegas fue recibido con su nombre coreado masivamente, pero antes ya estuvieron Notes To Myself en sustitución de El Columpio Asesino, que se ‘columpió’ a última hora, y se produjo el regreso, en principio por una noche, de Mabaker. Los de ‘Oxidado’ decidieron este año que les apetecía reaparecer, y lo hicieron en el mismo escenario donde se despidieron hace tres cursos. Nerviosos pero en forma, volvieron a hacer sonar algunas canciones que no merecen pasar al olvido, aquellas ‘Cuando te vi’, ‘Azul’, ‘Alguien me vigila’ o ‘Soy yo’, que la gente sigue tendiendo en la memoria y hasta pidió desinhibidamente habida cuenta de la excepcionalidad de la ocasión.
Tras despedirse “hasta dentro de otros tres años”, Nacho Vegas confirmó la creciente devoción en calidad y cantidad que se le profesa. Encajonado entre nombres granadinos, llegó acompañado por sus habituales Xel Pereda, Luis Rodríguez, Manu Molina y Abraham Boba, La Trama Asturiana, y fuera de programa por Christina Rosenvinge, que compartió ‘Días extraños’ e hizo angelicales coros en la ‘Junior Suite’. El astur comenzó en un tono taciturno y tímido, aromatizando su metálica voz en el countryrock, con su ‘Hombre que casi conoció a Michi Panero’ para empezar.
Pero si algo tiene el horario de actuación en un festival es que reconcentra lo mejor de cada uno sin tiempo que perder, y así tras un enervante ‘Dry Martiny’, su turno fue creciendo progresivamente en rugosidad e intensidad, hasta encadenar ‘El tercer día’ con ‘Perdimos el control’ y ‘Noche Árticas’ en un final tan volcánico como distorsionadamente ‘planetario’. De vuelta al ruedo, si hubiese habido espacio.
Lory Meyers y la Elastic Band gozaron de la misma receptividad que sus precedentes, los primeros son ya objeto de deseo y los segundos notan como crece alrededor de su original propuesta la atención y el interés. Lory Meyers ha cedido la banda de ‘grupo revelación’ a la Elastic, cambio de relevo entre otras razones porque tienen un directo intachable, seguro y arrebatador, con tanta melodía como energía, y canciones que invitan a la participación comunitaria. Le dedicaron ‘Viajes de estudios’ al presentador Jesús Ordovás “por que sin él no estaríamos hoy aquí” en todo un detalle de agradecimiento infrecuente en la música y que les engrandece aún más.
Definitivamente la Elastic es la banda sonora de la felicidad, su puzzle retroalimentado tiene ese algo indefinible que genera alegría instantánea y te sube la sonrisa a la boca. Y además ofrecen un dinamismo y una puesta en escena ágil, divertida y muy disfrutable que el público empieza a apreciar, exteriorizando su jubilo en bailes y estribillos. Casi a las cinco de la mañana salieron por último De Vito, mientras comenzaba ya el peregrinaje a pie hacia casa (Machado se equivocaba, se hace el camino, sobre todo, ¡al volver!) y los del coche seguían erre que erre “¡cuanto aaaaantes, cuanto aaaantes!” con Nacho Vegas. Larga vida al Extratonauta.
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